Cuando un niño miente
¿Por qué mienten los niños?
Las razones por las cuales un niño recurre a la mentira no difieren en mucho de las que un adulto considera al momento de hacerlo. Siendo variados los motivos debemos considerar como uno de las principales “el temor a las consecuencias”, que el pequeño asume como negativas si cuenta lo que realmente ocurrió.
Sin embargo, esta no es la única razón, debemos tener presente también el hecho de que muchos niños usan la mentira como una forma de llamar la atención cuando se sienten desatendidos; algunos ejemplos que se destacan son mentir por una dolencia inexistente o exagerar sobre un problema. Además, se encuentra la “frustración” como una de las razones; y es que el menor usará la mentira a fin de cubrir un deseo para el cual no está preparado de recibir una respuesta negativa. Los niños son esponjas del conocimiento y aquí hago hincapié sobre los modelos a seguir, siendo la “imitación” una de las principales razones a considerar cuando está presente la mentira. Como sabemos bien somos los padres o tutores los principales referentes para el menor. El deseo de cubrir las expectativas de unos padres que pueden caer en la sobre exigencia es un punto a considerar, así como el “temor al castigo” que ejerce una presión sobre el pequeño, usando la mentira como medio para evitarlo.

¿En qué edades es más frecuente estos comportamientos?
Debemos saber que para llegar a la “mentira” el niño requiere de una madurez cerebral que le permitirá elaborar un/unos discursos no reales, por ello a mayor madurez cerebral habrá mayor capacidad para elaborar las mentiras, cuando esta madurez no se ha conseguido aún, el menor recurrirá a la interpretación de lo que sucede en su entorno con una discriminación poco clara entre lo real y la fantasía. Es alrededor de los 4 años cuando las presencias de las mentiras con un propósito se hacen más evidentes, aunque no depende necesariamente de la edad sino de la necesidad que presenta el menor al hacerlo. Y es alrededor de los 6 años que la “intencionalidad” se hace más clara y definida, orientando las mentiras hacia el objetivo de falsear la realidad con la finalidad de obtener un beneficio previamente establecido.
Aun cuando las mentiras están presentes en el desarrollo del niño debemos tomar con mayor detenimiento algunos aspectos como la habitualidad o la falta de reconocimiento por parte del menor de que lo que se ha dicho no corresponde a la realidad, es decir cuando no se reconoce la mentira como tal, aun cuando se es descubierto.
¿Cómo actuar frente a las mentiras de los niños?
Es importante que al descubrir la mentira de nuestros hijos no lo pasemos por alto y le demos la importancia justa sobre lo acontecido, no reírnos o tomarlo como una broma; sino sepamos expresarles con claridad y afecto la visión que tenemos del concepto de mentir, nunca etiquetarlos y llamarlos “mentirosos”, tampoco juzgarlos, por el contrario, esforzarnos por comprender que lo motivó a realizar esa conducta. Debemos dejar en claro que cuando recurre a esa práctica perderán la confianza de la gente que los ama y los acompaña. Es de utilidad hacer un juego de roles para desarrollar la capacidad de tener un criterio propio. Podríamos preguntarle directamente “cómo se sentiría el si sus amigos le mienten”.
Es posible lograr que nuestros hijos no caigan en este mal hábito, a través de la educación con firmeza y afecto, reforzando siempre la honestidad como un valor muy apreciado. Debemos inculcar en los pequeños el concepto de “identidad” para que sepan tener un punto de vista frente a las cosas que lo perjudican, esa autonomía será de gran utilidad cuando al llegar a la escuela se vea inmerso en situaciones en las cuales deberá decidir que caminos tomar (si la complicidad o la lealtad a sus principios).